al servicio del agronegocio
by Esther Vivas
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Isabel García Tejerina es parte del mobiliario del departamento de agricultura con el PP, con diez años rondando por sus dependencias. De 1996 al 2000, fue asesora ejecutiva del ministerio, y del 2000 al 2004, secretaria general. Después, con la victoria del PSOE, regresaría al sector privado como directora de planificación estratégica de la empresa de fertilizantes y productos químicos Fertiberia, donde permanecería hasta el 2012. Entonces, sería llamada de nuevo al ministerio de agricultura para ocupar otra vez su secretaría general.
De lo público a lo privado y de lo privado a lo público, gira la puerta y vuelta a empezar. La nueva ministra de agricultura cumple el guión. En el transcurso de ocho años, fue unas de las principales directivas del Grupo Fertiberia, empresa líder del sector de fertilizantes y abonos agrarios, uno de los principales operadores mundiales en el mercado del amoniaco. Y no sólo eso, dicha empresa fue condenada por la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo por delito ambiental por sus vertidos de fosfoyeso en la ría de Huelva. El conflicto de intereses es claro y está servido.
Fertiberia, además, es propiedad del marqués de Villar Mir, actualmente imputado en el Caso Bárcenas por donaciones ilegales al Partido Popular, y una de las firmas clave de su conglomerado empresarial Grupo Villar Mir. La nueva Ley de Costas, aprobada por Cañete y a la que Tejerina dará total continuidad, beneficia de pleno a las empresas del Grupo y les permite mantenerse en las inmediaciones de la costa, gracias a la reforma de la normativa. ¿A quién servirán las políticas agrarias y medioambientales de la nueva ministra? A aquellos pocos que siempre se benefician de lo público, en detrimento de la mayoría y del ecosistema.
Sin embargo, las puertas giratorias no son excepción sino norma, lo hemos visto en el Gobierno del PP y en el del PSOE, y en múltiples administraciones y carteras. Se trata de un síntoma claro del secuestro de la política y la democracia. Ante el saqueo de lo público, denuncia y rebeldía. No callaremos.
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