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lunes, 7 de abril de 2014

Colaboraciones

Alimentos km0, 
más allá del marketing
by Esther Vivas 



Hablar de productos km0 está de moda. El movimiento Slow Food comenzó promoviendo dicho concepto en los años 90 en defensa de una alimentación local, saludable y de calidad. Lo que denominan comida “buena, limpia y justa”, en oposición a la comida “fast food”. Sin embargo, ahora, incluso bancos como Catalunyacaixa promocionan sus servicios con este lema: “Banca km0, banca de proximidad”. Lo local, y más en un contexto de crisis, vende. Pero, ¿qué queremos decir cuando hablamos de km0? ¿Se trata de una moda, una marca o una apuesta por el cambio? 

Las gentes de Slow Food lo tienen claro. Promover los alimentos km0 implica apoyar una agricultura local, de proximidad, ecológica, de temporada, campesina, rescatar variedades antiguas que están desapareciendo, comprar directamente al pequeño productor, recuperar nuestra gastronomía. Una cocina en la que no hay lugar para los transgénicos o para aquellos cultivos que contaminan el medio ambiente y nuestra salud. Una alimentación que defiende producir, distribuir y consumir al margen de la agroindustria y los supermercados. Comer bien, en definitiva, en beneficio de la mayoría, ya sea en el campo o la ciudad. 

Una propuesta que ha calado. Tanto que algunos la utilizan incluso como mero instrumento de marketing, vaciándola de contenido, con el único propósito de vender más. Catalunyacaixa es el máximo exponente. No tiene vergüenza en definirse, en Catalunya, como “banca km0″ y añade “trabajando desde aquí y para la gente de aquí”. Aunque yo más bien diría: “desahuciando y estafando desde aquí a la gente de aquí”. Los supermercados se apuntan, también, al carro. Ahora, Carrefour, Mercadona, Alcampo, Eroski, El Corte Inglés dicen apostar por lo local. Olvidan, sin embargo, que sus prácticas, precisamente, han acabado con el comercio, el empleo y la agricultura local. 

En tiempos de crisis, la comida con bandera vende. Consume nacional y pata negra. En Francia, desde hace años, la extrema derecha reclama el “Made in France”, eso sí, pura sangre. Antes, el Partido Comunista francés abrazaba dicha consigna. En Estados Unidos, los conservadores, en los 90, hicieron campaña con la consigna “Buy American” contra el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Y aquí, ahora, se lleva el “Hecho en España”. Primero lo de casa, vamos. Exigir local, en cambio, nada tiene que ver con una cuestión de banderas sino de justicia. El leitmotiv del km0 se encuentra en las antípodas de lo que defienden los que levantan enseñas. 

Se trata de promover una producción y un consumo de proximidad con la imprescindible mirada de la soberanía alimentaria, devolviendo la capacidad de decidir a las gentes, apostando por un mundo rural vivo, con total respeto a la “madre tierra” y en alianza y solidaridad con los otros pueblos. Todo lo contrario de chovinismos y racismos. Nada que ver con el agribusiness y el poder financiero. Solo así la defensa de lo local tiene sentido.

lunes, 6 de mayo de 2013

Col·laboracions

Cuina "slow" 
per arribar lluny
Esther Vivas



L'activista Esther Vivas ens fa arribar aquest interesant article que compartim amb els nostres lectors:

Al defensar un altre model d’agricultura i alimentació, pensem sempre en el paper clau d’aquells que treballen la terra i dels que consumim, però oblidem que en aquesta cadena, cada dia més llarga, que va del camp al plat es troben, també, d’altres actors que juguen un paper important a l’hora d’apostar per unes pràctiques de producció, distribució i consum més justes. Cuineres i cuiners al capdavant de fogons i restaurants diversos tenen molt a dir sobre què cuinen i què mengem.

El moviment Slow Food els ha donat nom: Slow Food Km0. I sota aquesta “etiqueta” s’agrupen cuineres i cuiners compromesos amb una agricultura local, ecològica pagesa i de temporada. Com ells mateixos afirmen, aposten per aliments “bons, nets i justos”, o el que és el mateix menjar de qualitat, sense transgènics i que defensa un món rural viu. D’aquesta manera, en aquests restaurants trobem productes adquirits a agricultors locals, amb els quals s’estableix una relació directa i de confiança, varietats antigues i en risc de desaparició, aliments elaborats a no més de 100km a la rodona, peix de captura sostenible, etc. 

Fa alguns dies es van lliurar, a Catalunya, les plaques que acrediten als restaurants Slow Food Km0 de Barcelona, Tarragona, Lleida i Girona. Xefs compromesos amb allò que cuinen, en general de restaurants petits repartits pel territori, però, també, alguns a la ciutat de Barcelona, van recollir els guardons de les mans del pagès Josep Pàmies i del cuiner Joan Roca, que aquesta setmana ha estat notícia perquè el seu restaurant, El Celler de Can Roca, s’ha convertit en el número u nivell mundial. Agricultors locals van acompanyar, amb una exhibició dels seus productes, la cerimònia. Camp i cuina units, com no podia ser d’altra manera, per una alimentació al servei de les persones.