Por Esther Vivas
“Luchar no sirve para nada”, nos han repetido por activa y por pasiva. “Tantos años de crisis, tanta protesta, ¿para qué?”, insisten otros, inoculando apatía y resignación.
“Lo que venga puede ser aún peor”, dice la maquinaria del miedo. Nos quieren sumisos, con la cabeza agachada. Prohibido albergar sueños de cambio. Sin embargo, la historia se rebela indomable. Y nos muestra, a pesar de algunos, que luchar sirve. Las victorias contra la privatización de la sanidad pública madrileña, del vecindario de Gamonal, de la plantilla de la limpieza del Ayuntamiento de Madrid y el combate contra los desahucios son buenos ejemplos.
No es fácil conseguir victorias concretas cuando la política de escaparate traiciona nuestros derechos y se vende al capital. Difícil vencer, cuando el aparato del Estado defiende a quienes más tienen y acaba con derechos y libertades democráticas. Ardua tarea la del cambio, cuando los medios de comunicación son secuestrados por intereses privados. Aún así, hay victorias, pequeñas y grandes, que nos muestran el camino.