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Experto:
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No todos los mexicanos hablan como Cantinflas, pero "cantinflean"
Héctor Manjarrez escribió un manual de mexicanismos.
Héctor Manjarrez escribió un manual de mexicanismos.
Publicado en La Segunda online
Jueves, 10 de marzo de 2011
por: DPA
Ciudad de México.- Después de recopilar más de 2.800 mexicanismos en un "étil y muy ameno vocabulario para entender a los mexicanos", Héctor Manjarrez dice que el "hablar mexicano" es entretenido y divertido porque responde a una "disposición de ánimo", la actitud de enfrentar la vida con alegría.
Para un mexicano, dice en una entrevista concedida a la agencia dpa, "todo puede ser chistoso", lo que no significa que los mexicanos hablen como el cómico Cantinflas. Al menos, "no siempre", aclara.
Héctor Manjarrez (Ciudad de México, 1945) decidió escribir su manual para "uso de nacionales y extranjeros" cuando se dio cuenta de que sus hijos no le "agarraban la onda" en las conversaciones familiares y cuando él mismo se quedaba "perplejo" ante algunas expresiones de sus alumnos en la universidad.
Autor de una docena de libros y laureado con los premios Xavier Villaurrutia (México, 1983) y el Internacional de Novela de la Diversidad (España, 2007), Manjarrez empezó su diccionario con una pequeña lista de "chilanguismos", las expresiones típicas de los capitalinos, que se transformó, diez años después, en un "divertido e irreverente" manual de mexicanismos.
Pero el escritor no sólo agradece los aportes de sus hijos y alumnos. También dedicada su libro a cantineros y taxistas, a sus "marchantas" -las venderoras de los mercados- y ayudantes domésticas, cuyas expresiones fue apuntando, una a una, a lo largo de varios años.
"Todos somos los autores del libro", dice con el manual en la mano, que la editorial promociona como un "libro vulgar y culto", que puede encontrar perfecto acomodo en la mesa de noche, el anaquel de la biblioteca o el mueble del baño.
A estas alturas, Manjarrez cree que los 2.800 vocablos que ha recopilado en su manual son más que suficientes para entender una conversación entre "chilangos" en el metro o para incursionar en un barrio popular como Tepito.
"Por supuesto, sin ninguna duda", dice, muy convencido. Desde la "A" hasta la "Z", desde "a gevo" (a fuerza) hasta "zacatecas" (que "la saca", que huye), el diccionario despliega todo un arsenal de "chilanguismos" y mexicanismos.
"Con una chingada, déjame de chingar con tus pinches chingaderas!", se lee en la "Ch" de "chingar" ¿Cuántas acepciones tiene la palabra "chingar"?.
"Muchísimas, todas", responde. "Por eso yo casi no puse ninguna acepción, porque es una palabra clásica. Yo la dejé ahí, como si fuera una palabra, pues, lo que es, una palabra sagrada o consagrada. No sé, pero que más vale no meterse mucho con ella, porque tiene tantas acepciones..."
¿Por qué "padrísimo" es algo "buenísimo" y darse un "madrazo" o darse "en la madre" algo tan malo? Para los mexicanos, ¿todo lo que viene del padre es bueno y lo que viene de la madre es malo?
"A ver cómo está esa pregunta. No, en México -responde-, la expresión 'a toda madre!’ es muy superior a ’muy padre’. México es un matriarcado oculto. Aquí somos muy machos, pero lo que dice la señora, se hace".
Manjarrez admite que muchos latinoamericanos que no conocen México creen que los mexicanos hablan como Cantinflas. "Me pasó con unos uruguayos -recuerda-, que al cabo de una conversación me dijeron: ’Usted no es mexicano, no habla como mexicano’. Claro, su idea de cómo hablaba un mexicano era el habla de Cantinflas".
"Los mexicanos no hablan como Cantinflas -asegura-, pero sí piensan como Cantinflas".
¿Cómo es eso? "El mexicano -explica- no puede decir no, no puede decir que no sabe dónde está la esquina por la cual le están preguntando, o que no va a poder darle trabajo. No, los mexicanos no pueden decir que no. Y entonces se van por las ramas, empiezan a ’cantinflear’ y a ser muy amables, y cuando un mexicano se vuelve más y más amable, las cosas se ponen graves...".
En el caso de los políticos, según el autor, las cosas son más claras y el "cantinfleo" más evidente, por los rodeos verbales que dan para no llegar a ninguna parte. "Sí, definitivamente -dice-, los políticos cantinflean".
Manjarrez admite tener cierta resistencia a las expresiones que ha puesto de moda la televisión. "No sé si es una especie de puritanismo de mi parte, podría ser", afirma al explicar la ausencia en el manual de la palabra "chispotear", popularizada en el mundo hispanohablante por "El Chavo del Ocho".
"A mí me resultan particularmente molestos ’El Chavo del Ocho’ y ’Chespirito’, y esa fama universal de todos esos personajes en todo el planeta", explica.
"Pinche cabrón!", "Chinga tu madre, cabrón!". ¿Cuál es el insulto más fuerte "en mexicano"?
"Los insultos -responde- ya no tienen fuerza, ya no importan. Pueden ofender, pero ya no duelen. Yo recuerdo que antes, cuando yo era niño, si te decían Chinga tu madre, cabrón!, te dolía y sentías la fuerza con que te habían insultado, queriéndote lastimar, porque esos insultos son para causar dolor y para causar ira, y para que demuestres que eres muy hombre o que no eres tan hombre".
"Ahora -prosigue- los insultos son convencionales, aunque sean los mismos. Si alguien dice ’Chinga tu madre, cabrón!’, respondes: bah!!!, y sigues tu camino, porque te da igual, no vas a perder tu tiempo en una disputa de dos machos idiotas en una esquina...".
¿Y el piropo más dulce? "No tengo idea. El mexicano nunca ha sido bueno piropeando. Esa es la verdad. Eso de... ’mamacita linda!’... Por favor, eso es no es un piropo...".
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