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sábado, 4 de junio de 2011

Actualidad en los medios de comunicación...

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Los indignados de España y México
La crisis de representación política que hoy recorre al mundo parecieran tener vivos en ambos lados del Atlántico los efectos de democracias de baja calidad




Por Ernesto Hernández Norzagaray
Publicado en e l Noroeste.com El Portal de Sinaloa
Sábado 04 de junio del 2011


Los vínculos entre ambos países, ya se sabe, son históricos e indisolubles, los une todo lo que derivó del encuentro ocurrido en 1519 cuando Hernán Cortés y sus huestes desarrapadas pisaron por primera vez la costa de Veracruz para luego internarse a sangre y fuego en territorio mexica. Más todavía, es la simbiosis de dos grandes culturas donde cada una puso lo suyo hasta generar una síntesis que perdura hasta la fecha en una serie de manifestaciones genéticas y sociológicas que tienen que ver con nuestros pasados. Somos, sin embargo, cada uno otra cosa. Una identidad propia pero siempre permeada, hoy más que nunca, por los efectos benéficos y negativos de la espiral interminable de la sociedad global.

Justamente, lo que pretendemos en este ensayo de interpretación y comparación de este momento es mostrar cómo la crisis de representación política que hoy recorre al mundo parecieran tener vivos en ambos lados del Atlántico los efectos de democracias de baja calidad. Si, democracias técnicamente impecables para generar un determinado equilibrio en el sistema político, sea éste bipartidista como ocurre en España, o multipartidista como el mexicano, pero hoy más que nunca insuficiente para la redistribución económica y la justicia.

Sin embargo, en ambos casos, algo ocurre cuando las principales demandas de decenas de miles de los ciudadanos de estos países se expresan no a través de sus órganos de representación, sino en las calles y plazas, donde exigen cambios institucionales y estrategias de gobierno más eficaces que las que hasta ahora han provocado zozobra y desasosiego en grandes franjas de la población.
Son esas franjas de indignación e impotencia en contra de quienes se muestran incapaces de elaborar políticas eficaces para evitar la brutal socialización de los efectos más negativos de la crisis integral (llámese esta desempleo, violencia, xenofobia), y ocurre casi 520 años después de la llegada de los primeros españoles a las costas americanas. Esa indignación es visible y une a unos y otros de ambos lados del Atlántico.

Sí, una indignación que recorre al mundo, en contra de los políticos y los poderes fácticos de la economía.


España
Quien haya tenido oportunidad de vivir en España o de visitar este país ibérico en los últimos 30 años; o mejor aún, viajar intermitente entre México y España, podría constatar los cambios manifestados en aquel lado del Atlántico. El ingreso de España a la Comunidad Europea en 1986 significó consolidar los logros en materia política iniciados a mediados de la década de los 70. El flujo de recursos económicos comunitarios permitió una expansión mayor en este país ensombrecido por la dictadura franquista de 40 años. Salió de aquella referencia común en la Europa próspera de que África empezaba, escuche, en los Pirineos. O peor aún, de que España era "el culo de Europa".

Así, era la percepción que se había cultivado en el resto de Europa, afortunadamente para este país las cosas terminaron de cambiar cuando en 1982 llega al poder el socialista Felipe González para quedarse el PSOE en el poder durante 14 años. Las grandes inversiones comunitarias en infraestructura estimularon fuertemente el consumo de los españoles hasta volverse prácticamente un país de clases medias, gracias a las políticas del Estado de bienestar. Aquellas políticas recaudatorias y redistributivas en lo social significaron más educación, empleo, mejores salarios, salud pública, vivienda y seguridad social.

También significaron un avance sustantivo en el equipamiento productivo, especialmente en materia de servicios turísticos que alcanzó niveles competitivos con los países más receptores del mundo. Todo ello se explica porque se conjugaba historia, conservación del patrimonio tangible e intangible o los destinos de playa, de manera de que sin tener las costas de la magnitud mexicanas sigue siendo el lugar preferido para el resto de los europeos e incluso de otros continentes.

Este año, para no ir muy lejos, luego de los conflictos en el África subsahariana, se espera un repunte, pues sería la beneficiaria de los turistas que han cambiado de ruta y en lugar de viajar a Túnez o Marrakech podrían hacer el asueto en España. Esto significa agregar más a los casi 50 millones de turistas que llegan cada año al suelo de toros, zarzuela y flamenco.

Sin embargo, todo esto que ha hecho este país empezó a descomponerse en los últimos años del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, producto de la crisis económica y los compromisos infranqueables con las políticas macroeconómicas de la hoy Unión Europea, que no sólo tienen postrado a este país, sino a otros que viven situaciones extremas como Grecia y Portugal.

Aquellos compromisos estructurales son los que han provocado la mayoría de los 5 millones de desempleados y están acabando con las expectativas de centenas de miles de jóvenes que aun con una buena preparación académica sólo consiguen trabajos de baja calificación en España o en los otros países de Europa.

Son éstos los que hoy han salido a las plazas para instalarse y exigir a la clase política una reconsideración en las políticas actuales de manera que haya una disminución del desempleo y de la exclusión social. Son los "indignados" que pregonan: sin casa, sin trabajo, sin miedo.


México
En nuestro país, si bien los problemas de desempleo se metamorfosean en la informalidad laboral y la familia que sigue el principio solidario de "donde come uno comen dos", lo que más preocupa a los mexicanos es el tema de la inseguridad. No es para menos, sólo en los cuatro años y medio del gobierno de Felipe Calderón el número de homicidios dolosos rebasó los 36 mil y es probable de sostenerse la tendencia de 7 mil por año, para cuando concluya el sexenio, la cifra podría rondar los 45 mil, incluso los 50 mil. Una cifra inédita en la historia criminal del país. A eso cabría que agregar las decenas de miles de familias rotas por la ausencia del padre, la madre, el hermano. O varios a la vez. Más aún, los heridos de "guerra", que hoy sufren lesiones irreparables en ambos bandos, como también los cientos de miles de presos que se encuentran en los penales de todo el País.

Hay un principio de guerra que dice que éstas nunca deben ser pensadas a largo plazo porque no hay presupuesto que lo aguante y puede perderse irremediablemente. Si no se cree que se lo pregunten al Congreso de los Estados Unidos que no haya la puerta con los costos diarios de la guerra en Irak. Los resultados positivos deben buscarse en el corto y mediano plazo de manera de poder salir lo mejor librado de las guerras.

Un gobierno democrático no puede ni debe llevar adelante una estrategia de "fuga hacia adelante". Y eso es lo que parece que está haciendo el gobierno de Felipe Calderón, quien ante los reclamos del movimiento ciudadano que encabeza el poeta Javier Sicilia la respuesta oficial es que "escucharán," pero continuarán con las medidas hasta ahora aplicadas. Y eso significa postergar una estrategia que, sin sacrificar la persecución del delito, pudiera tener que ver con decisiones más integrales y de largo plazo.

Esta diferencia de fondo es lo que tiene al País en una situación de incertidumbre por lo que pudiera ocurrir ya no digamos en los problemas que representa el crimen organizado sino en esa espiral de crímenes cotidianos que están directamente dirigidos al daño patrimonial (asesinatos, robos de autos y a casas habitación, asaltos, extorsiones, secuestros exprés), y esto es lo que ha provocado una organización de la protesta que brota entre distintas fuerzas regionales.


Confluencia
En fin, lo que tenemos en este tipo de demandas ciudadanas con una motivación diferente es la indignación con un tipo de Estado que cada día es más incapaz de brindar seguridad social. A los españoles les falla el llamado Estado de Bienestar, aun cuando los socialistas en la víspera de las elecciones autonómicas y municipales alertaban que de llegar al poder los miembros del Partido Popular significaría un mayor retroceso en las políticas sociales (pensiones, salud, vivienda), sin embargo, los votantes no los escucharon como tampoco a los abstencionistas, analistas y partidarios del voto blanco. La gente aún indignada con los políticos salió a votar para respaldar su democracia y facilitar los posibles cambios políticos que hoy se reclaman en las plazas, como son la reforma a la ley electoral de manera de abrir el bipartidismo y favorecer otro tipo de candidaturas más ciudadanas, como se plantea también en México, y esa debiera ser la tónica de nuestro País, donde no debemos tirar al niño junto el agua sucia. Este año y el 2012 deben ser ejemplo de participación de manera que el movimiento ciudadano que encabeza Javier Sicilia siga la doble vía de votar y plantear/lograr reformas institucionales de fondo.

Si esto se logra en España y México, entonces ambos países estarán dando una pauta para encontrar la salida a la crisis de representación que hoy vive el mundo y a ellos los tiene metidos en un callejón sin salida.



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